El PIB y la inflación

PIB.
Por: María José botero
                                 Valeria Duran
                                 Nayara Ul
                                 Marco Castillo

El Producto Interno Bruto (PIB) es el indicador más importante sobre la marcha de la economía de una nación; refleja el comportamiento de la producción dentro de sus fronteras, resultado de la actividad de los diferentes sectores económicos, sin interesar si la propiedad de los factores de producción es de nacionales o extranjeros. Por esto los analistas, los empresarios, el gobierno y en general todos los interesados en la marcha de la economía están pendientes de su evolución, y de las proyecciones de los diferentes organismos nacionales e internacionales que monitorean de manera permanente el estado de este indicador en las diversas economías.
Según los informes del  Banco Mundial, se puede afirmar que la economía colombiana en el año 2021 presentó un muy buen comportamiento al crecer 9,9%, ocupando el cuarto mejor crecimiento en América Latina, después de Perú que creció un 13,2%, Chile 11,8% y Argentina 10,0%, y superior al promedio de la región cuyo crecimiento general fue del 6,7%. Un porcentaje significativo de esta cifra podría adjudicarse al efecto rebote, dada la caída observada en el año 2020 como consecuencia de la pandemia; sin embargo, también es necesario reconocer la contribución de las decisiones de política macroeconómica adoptadas tanto por el gobierno como por la autoridad monetaria, las cuales contribuyeron a dinamizar y recuperar la actividad de los diferentes sectores económicos y a contrarrestar los efectos adversos de algunas situaciones nacionales e internacionales, como fueron las dificultades en la cadena de abastecimiento internacional, que retrasaron los suministros de materias primas, y el encarecimiento de diferentes productos, generando una de las tasas de inflación más altas de los últimos años.
Con estos indicadores positivos se inicia el año 2022, aunque con unas proyecciones de crecimiento económico a la baja, como es previsible, pues no se espera el efecto rebote que contribuyó al buen resultado de 2021. El Banco Mundial considera que la economía colombiana podría crecer en 2022 un 4,1% y sería la de mayor crecimiento en América Latina, lo cual puede considerarse como un buen comportamiento, dado el nivel de incertidumbre que genera un año electoral, además de las dificultades propias de este período respecto a la contratación del Estado por la ley de garantías electorales.
No obstante este panorama optimista, repasemos algunos riesgos que tienen sus raíces en 2021 y que pueden tener efectos este año. Uno de los principales es el crecimiento de la inflación, que estará amenazante mientras no se logre superar el trancón en la cadena logística internacional, que según varios analistas no se solucionará en el transcurso de 2022. Esta situación golpea la capacidad de consumo de los hogares, y de mantenerse tanto a nivel interno como externo, influirá en las tasas de interés para todo tipo de créditos y en la tasa de cambio, que eleva la deuda externa pública y privada desbalanceando la estructura de costos de diferentes organizaciones endeudadas en dólares. Además también tendrá efectos fiscales.
Otro riesgo que debe afrontarse es el asociado a la recuperación de los puestos de trabajo. Es urgente tomar las decisiones de política económica que contribuyan a reducir drásticamente los índices de desempleo y mejorar la distribución de la renta. No se puede olvidar que Colombia es un país muy desigual y si el crecimiento del PIB no se vincula con una reducción del índice de Gini, el riesgo país seguirá estando alto y podría afectar el crecimiento futuro de la economía. En los foros y entrevistas que se avecinan, los aspirantes presidenciales deben ser claros, concretos y precisos sobre este punto, esperando que entre ellos y los periodistas los cuestionen en profundidad, en lugar de entretenernos con liviandades y ataques personales sin importancia.

Publicado originalmente en La Patria Manizales, en enero 18 del 2022. 


Inflación anual en Colombia se ubicó por encima del 8%



Según el Dane, en febrero del 2022 la cifra se ubicó en 1,63%.

El aumento anual de los precios a febrero de 2022 fue de 8,01%. Así lo dio a conocer el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), que entregó los resultados de la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC).

Según la entidad estadística, en el segundo mes de 2022 la cifra se ubicó en 1,63%, lo que llevó a la inflación a anual al dato de 8,01%, significativamente más alta que la del año anterior que estuvo en 1,56%.

 Además, este dato se ubicó por encima del promedio de las expectativas del mercado, pues los analistas consideraban que la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) podría llegar a 7,64%.

 Para el dato mensual, los analistas esperaban en promedio una inflación de 1,29%.

LOS SECTORES CON MAYORES VARIACIONES 

EN EL IPC MENSUAL

Las divisiones de gasto que presentaron las variaciones más relevantes en el mes de febrero del 2022  fueron educación (4,48%); alimentos y bebidas no alcohólicas (3,26%); y muebles, artículos para el hogar y para la conservación ordinaria del hogar (2,60%)

El director del Dane, destacó que el sector de educación, información que la entidad recogió para calendario A en el segundo mes del año, no se incluyeron los precios de los uniformes.

EN LA INFLACIÓN ANUAL

Según la entidad estadística, los rubros que registraron las variaciones más importantes en el IPC anual fueron el de alimentos y bebidas no alcohólicas, con una variación de 23,3%; seguida por restaurantes y hoteles (12,41%); muebles, artículos para el hogar y para la conservación ordinaria del hogar (8,86%); y transporte (7,44%).

LOS RUBROS QUE MÁS APORTARON 

AL IPC MENSUAL

En este caso, alimentos y bebidas no alcohólicas (0,59 puntos porcentuales); alojamiento, agua, electricidad, gas y otros combustibles (0,23); y  restaurantes y hoteles (0,22) fueron los rubros que más contribuyeron a la inflación del segundo mes del 2022. 

A LA INFLACIÓN ANUAL

De acuerdo con el Dane, los sectores que más contribuyeron al dato anual fueron el de alimentos y bebidas no alcohólicas con un aporte de 3,72 puntos porcentuales; alojamiento, agua, electricidad, gas y otros combustibles con 1,47; restaurantes y hoteles con 1,20; y transporte con 0,96 puntos porcentuales.

Dentro del sector de alimentos y bebidas no alcohólicas, los componentes que más vienen impulsando el alza anual del IPC a febrero de 2022 fueron la papa, las frutas, la leche, el plátano y el arroz. 



Breve historia económica de Colombia
Conociendo el concepto principal de lo que está dedicado este blog, el grupo de estudiantes decimos recopilar la información de los 6 primeros capitulos resumidas rápidamente de dicho libro



Capitulo 1

Demografía de Colombia


Durante el siglo XX la población colombiana pasó de tener 4 millones de habitantes en 1900 a más de 40.6 millones en el año 2000, esto debido a la transición demográfica en los países en vía de desarrollo entre 1950 y 1990, con tasas de natalidad muy elevadas y poco control demográfico. Bogotá es la ciudad más poblada con 9 millones de habitantes, su Área metropolitana aglomera cerca de 11 millones de personas ubicándola entre las 30 aglomeraciones urbanas más pobladas del mundo. Se espera que para el 2050 la población de Colombia supere los 65 millones de habitantes y Bogotá los 15 millones,4​ aunque para 2100 se reducirá a menos de 57 millones debido al envejecimiento de la población.

En cuanto a su demografía, Colombia se caracteriza por ser el tercer país más poblado en Hispanoamérica y el vigesimoséptimo más poblado del mundo. Ha experimentado un rápido crecimiento poblacional como muchos países de la región, con un leve descenso en las últimas décadas. Se estima que más de 7 millones de colombianos viven fuera del país por diversas causas. Sin embargo, gracias a mejoras económicas desde la década de los 2000, en los centros urbanos han mejorado los estándares de vida.


Estadísticas Anuales

Indicadores Demográficos en Colombia​
Total% del totalMasculino%Femenino%
Nacimientos951 4771.8494 29951,9457 17848,1
Defunciones289 5470.6164 99156,9124 55643,1
0-17 años16 610 49332.18 471 56951,08 138 92449,0
18-29 años10 871 02121.05 275 72849,05 595 29351,0
30-49 años12 401 76723.96 004 35748,46 397 41051,6
50-64 años6 447 39512.53 094 75048,03 352 64552,0
más de 65 años5 351 22910.42 461 56645,92 889 66354,1
Colombia51 681 905100.025 307 97048,9626 373 93551,04


Áreas metropolitanas del país

En Colombia han sido configuradas y/o reconocidas unas 6 áreas metropolitanas, en la mayoría de los casos estas aglomeraciones concentran el 70% al 90% de la población total del departamento respectivo.

Estas son las 9 aglomeraciones urbanas más grandes del país, cabe destacar que Bogotá esta dentro de las 30 zonas metropolitanas más habitadas del planeta:


Área MetropolitanaPoblación total​
Bogotá11 700 000
Medellín4 055 296
Cali3 262 157
Barranquilla2 123 281
Cartagena1 382 331
Bucaramanga1 160 272
Cúcuta1 082 632
Montería754 626
Santa Marta716 400

Colombia registra un incremento de su población


Colombia - Población
FechaDensidadHombresMujeresPoblación
20204424.984.56425.898.32050.372.000
20194324.713.19325.626.25049.396.000
20184224.370.78025.290.27648.258.000
20174223.990.08124.919.76347.419.000
20164123.618.15424.556.89446.830.000
20154123.288.78124.231.88646.314.000
20144023.013.03423.954.67245.866.000
20134022.780.03023.715.46245.435.000
20123922.575.01523.500.70645.002.000
20113922.374.12223.288.62544.553.000
20103922.159.65823.063.04144.086.000
20093821.928.84022.821.21443.609.000
20083821.687.04422.567.92843.134.000
20073721.434.18022.303.33242.659.000
20063721.171.77022.029.13142.170.000
20053620.901.09221.746.63941.672.000
20043620.620.94421.455.00941.166.000
20033620.330.59821.153.27440.661.000
20023520.032.61720.842.74640.156.000
20013519.730.60720.525.34939.656.000
20003419.427.30720.202.65839.152.000
19993419.123.92419.875.54438.573.000
19983318.820.10919.544.19838.088.000
19973318.515.06719.208.73637.505.000
19963218.207.33518.869.05237.019.000
19953217.896.05118.525.38736.426.000
19943117.581.09918.177.87935.817.000
19933117.263.58717.827.68535.181.000
19923016.945.30217.477.26634.522.000
19913016.628.62417.129.70433.845.000
19902916.315.30616.787.26333.156.000
19892816.006.19016.451.30732.494.000
19882815.700.97316.121.55431.834.000
19872715.398.70615.796.71131.181.000
19862715.097.84015.474.63930.541.000
19852614.797.31115.153.88329.921.000
19842614.497.13414.834.09630.124.000
19832614.197.97514.516.20829.498.000
19822513.900.24014.201.58428.875.000
19812513.604.52013.892.08828.255.000
19802413.311.40013.589.10827.639.000
19792313.020.32313.292.67326.312.996
19782312.731.45413.002.21525.733.669
19772212.446.88212.717.66225.164.544
19762212.169.36512.438.73724.608.102
19752111.900.51612.164.98624.065.502
19742111.641.65711.896.73323.538.390
19732011.391.24311.633.26923.024.512
19722011.144.64311.371.78622.516.429
19711910.895.36611.108.61722.003.983
19701910.638.88210.841.18221.480.064
19691810.373.79210.568.66120.942.453
19681810.101.75110.291.95320.393.704
1967179.825.08710.012.42119.837.508
1966179.547.4999.732.23519.279.734
1965169.271.9699.453.27318.725.242
1964168.999.2159.175.97218.175.187
1963158.729.2778.900.70117.629.978
1962158.463.7018.629.21817.092.919
1961158.204.2218.363.59616.567.817
1960147.952.2168.105.49816.057.714




Colombia - Población
Colombia020.000.00040.000.00060.000.000
ColombiaHombresMujeresPoblación
Colombia24.984.56425.898.32050.372.000
Colombia - Población


FechaHombresMujeresPoblación
19607.952.2168.105.49816.057.714
19618.204.2218.363.59616.567.817
19628.463.7018.629.21817.092.919
19638.729.2778.900.70117.629.978
19648.999.2159.175.97218.175.187
19659.271.9699.453.27318.725.242
19669.547.4999.732.23519.279.734
19679.825.08710.012.42119.837.508
196810.101.75110.291.95320.393.704
196910.373.79210.568.66120.942.453
197010.638.88210.841.18221.480.064
197110.895.36611.108.61722.003.983
197211.144.64311.371.78622.516.429
197311.391.24311.633.26923.024.512
197411.641.65711.896.73323.538.390
197511.900.51612.164.98624.065.502
197612.169.36512.438.73724.608.102
197712.446.88212.717.66225.164.544
197812.731.45413.002.21525.733.669
197913.020.32313.292.67326.312.996
198013.311.40013.589.10827.639.000
198113.604.52013.892.08828.255.000
198213.900.24014.201.58428.875.000
198314.197.97514.516.20829.498.000
198414.497.13414.834.09630.124.000
198514.797.31115.153.88329.921.000
198615.097.84015.474.63930.541.000
198715.398.70615.796.71131.181.000
198815.700.97316.121.55431.834.000
198916.006.19016.451.30732.494.000
199016.315.30616.787.26333.156.000
199116.628.62417.129.70433.845.000
199216.945.30217.477.26634.522.000
199317.263.58717.827.68535.181.000
199417.581.09918.177.87935.817.000
199517.896.05118.525.38736.426.000
199618.207.33518.869.05237.019.000
199718.515.06719.208.73637.505.000
199818.820.10919.544.19838.088.000
199919.123.92419.875.54438.573.000
200019.427.30720.202.65839.152.000
200119.730.60720.525.34939.656.000
200220.032.61720.842.74640.156.000
200320.330.59821.153.27440.661.000
200420.620.94421.455.00941.166.000
200520.901.09221.746.63941.672.000
200621.171.77022.029.13142.170.000
200721.434.18022.303.33242.659.000
200821.687.04422.567.92843.134.000
200921.928.84022.821.21443.609.000
201022.159.65823.063.04144.086.000
201122.374.12223.288.62544.553.000
201222.575.01523.500.70645.002.000
201322.780.03023.715.46245.435.000
201423.013.03423.954.67245.866.000
201523.288.78124.231.88646.314.000
201623.618.15424.556.89446.830.000
201723.990.08124.919.76347.419.000
201824.370.78025.290.27648.258.000
201924.713.19325.626.25049.396.000
202024.984.56425.898.32050.372.000























Capítulo 2

Economía precolombina

Antes de la conquista española, se desarrollaron en América tres grandes civilizaciones –la maya, la azteca y la inca. Desarrollaron la escritura y las matemáticas para entender el movimiento de los astros, la redistribución era el centro de la articulación económica y política entre los jefes y la comunidad inca y optaron por la captación. Entre ellos, la ociosidad no estaba permitida y se estaba en la obligación de realizar trabajos agrícolas entre otros oficios.





En el contexto andino prehispánico, los muiscas, quimbayas, agustinianos y taironas se pueden considerar como los actores de la prehistoria colombiana. Estos grupos lograron establecerse de manera permanente en distintos territorios, hecho que les permitió lograr estabilidad social y económica. Los muiscas estaban organizados en pequeñas aldeas al mando de un cacique, y se caracterizaban por ser sociedades preestatales, poco homogéneas, cuyas distintas categorías políticas eran descentralizadas y jerarquizadas.

En el siglo XV, la economía de las comunidades prehispánicas era una sólida estructura basada en la agricultura y la producción de mantas, la explotación de minas de esmeraldas, carbón vegetal y mineral, sal y cobre. La producción agrícola se benefició del control de territorios aptos para tal fin en distintas altitudes. La producción y distribución de gran variedad de productos agrícolas les permitió a los muiscas y taironas, por ejemplo, gozar de cierto nivel de autosuficiencia, producto del control de aldeas y territorios, La pesca y la caza fueron actividades importantes en todo el territorio.


Los caciques muiscas captaban los excedentes productivos de su pueblo por medio del tributo (llamado por ellos tamsa), pero no lo concentraban totalmente, sino que lo redistribuían entre su gente por medio de un fondo de consumo común. El trueque fue la principal forma de intercambio entre los muiscas, Sin embargo, el intercambio no puede considerarse como un hecho generalizado, dado que la mayoría se restringía a comunidades de la misma etnia


No es clara la existencia de una moneda que cumpliera adecuadamente las funciones que se le atribuyen, como patrón de medida del valor, medio de intercambio o almacén de valor. Así que, aunque existieron mercancías que circularon con mayor frecuencia que otras, no se puede concluir que hubiera existido un verdadero patrón monetario entre los muiscas.

Aunque la principal forma de intercambio fue el trueque, el volumen y la cantidad de productos intercambiados parecen indicar que estos flujos no eran completamente simétricos, y que muchas veces el monto de bienes entregados era menor al recibido (Langebaek, 1987: 49). Esta situación plantea el problema del valor y su patrón de medida para poder contabilizar y pagar por los faltantes.

La intermediación les permitió a los muiscas obtener ventajas del intercambio, pues con esto tenían acceso a bienes que no se producían en sus territorios (el caso de caracoles, sal marina y algodón de los Llanos orientales) o cuya producción implicaba gran dificultad.



Capitulo 3

Colonización en Colombia






LA COLONIZACIÓN DE COLOMBIA

La conquista de Colombia. La invasión de Colombia se completó por etapas. El proceso de colonización se inició en 1499 y duró hasta 1550.

A pesar de su nombre, Colombia no fue fundada por el explorador Cristóbal Colón, que ni pisó este territorio a lo largo de la historia de Colombia. De hecho, en 1499 el territorio fue descubierto por su compañero Alonso de Ojeda, que llegó allí desde la cercana Santo Domingo, tocando tierra en el Cabo de la Vela. No fue sino hasta 1525, sin embargo, cuando los españoles comenzaron un proceso de colonización de Colombia que llevó a que se convirtiera en una colonia integrada en el imperio español.

La invasión y conquista de Colombia se completó por etapas, en lugar de en una oleada.
El proceso de colonización se inició en 1499 y duró hasta 1550.
El Dorado
La breve presencia de Alonso de Ojeda en Colombia después de su descubrimiento inicial dio lugar al mito de El Dorado, según el cual existía una ciudad mágica en la que todo estaba hecho de oro. Este mito y la promesa de enormes cantidades de oro alentaron un mayor desarrollo de la región por parte de los españoles. Después de un par de asentamientos en los primeros años del siglo XVI que fueron de corta duración, en 1525 Rodrigo de Bastidas fundó el primer asentamiento en el territorio: Santa Marta. La ciudad es la más antigua de Colombia y la segunda de América del Sur. Su ubicación en la costa norte la convirtió en un puerto ideal, así como su fértil campiña circundante apta para los cultivos. Por razones desconocidas, Bastidas también se dedicó a matar a todos los pueblos indígenas. A partir de Santa Marta los europeos pudieron seguir adelante con la conquista.

En 1533 Cartagena fue fundada por Pedro de Heredia y se convirtió en el principal centro de comercio de la historia colombiana, hecho que continúa hasta hoy día. No mucho tiempo después, dos expediciones independientes se dispusieron a reclamar más territorio y extender el poder español en América del Sur. Para lograr este objetivo, el conquistador Quesada partió de la zona costera y se dirigió hacia el interior. Otro grupo salió de Ecuador dirigido por el conquistador Belalcázar. Estas dos expediciones tuvieron lograron establecer control sobre las áreas que atravesaron y Quesada, al final de este viaje, fundó Santa Fe de Bogotá, en 1538. Belalcázar llegaría más tarde en Santa Fe, y cuando lo hizo, no tardó en intentar ejercer el control por su parte. Esta fricción provocó una batalla política despiadada por este territorio recién anexionado, el Nuevo Reino de Granada, de la que Santa Fe de Bogotá sería más tarde la capital.

Inicialmente, la disputa la resolvió Carlos V en 1540 con la incorporación de la región al Virreinato del Perú dándole el control de esta área a Belalcázar. El hecho de formar parte del Virreinato del Perú terminó fracasando debido a las distancias y a la geografía que hicieron que la gestión de esta nueva región resultase demasiado difícil desde Lima. No mucho tiempo después, la Corte Real creyó que confiar el control de esta región a una sola persona sería una tarea demasiado grande, por lo que se estableció una Real Audiencia en 1549. Este Audiencia crearía una autoridad ejecutiva compuesta por los jueces de todas las provincias del Nuevo Reino de Granada que gestionaría la región colegiadamente. Esta fórmula también se descubrió que era inviable ya que este gran ejecutivo no conseguía llegar a un acuerdo. Los Inspectores reales (auditores), decidieron entonces centralizar el poder en un presidente, dándole el control del gobierno civil y militar. Este sistema llamado “La Real Audiencia y Chancillería de Santa Fe” se mantendría en vigor durante más de 200 años.

A medida que las condiciones en España y el Nuevo Mundo iban cambiando, el rey de España decidió cambiar el estatus del Nuevo Reino de Granada de Real Audiencia al de Virreinato. El nuevo virreinato se llamaría Virreinato de Nueva Granada y el presidente podría ahora convertirse en virrey de un área que abarcaba más o menos la actual Colombia, Panamá, Ecuador y Venezuela.


Los colonizadores españoles utilizaron una serie de procedimientos para consolidar su poder, ninguno de los cuales fue especialmente positivo para la población indígena. Baste decir que la población nativa sufrió mucho bajo el dominio español. Inicialmente, los españoles emplearon un sistema llamado encomienda que se estableció, irónicamente, para proteger a la población indígena de los excesos a los que los conquistadores pudieran someterla. Los exploradores prestaron poca atención a la encomienda y gestionaron las poblaciones nativas a su voluntad. Como resultado, la población indígena se vio obligada a trabajar para unos nuevos conquistadores españoles que le prestaban poca atención a su bienestar.

Afortunadamente un clérigo llamado Fray Bartolomé de las Casas reconoció las atrocidades que se cometían y se dedicó, durante más de 50 años, a mejorar la situación de los pueblos aborígenes. Gracias a de las Casas, el sistema de encomienda fue abolido en 1542. Este sistema fue sustituido el sistema de repartimiento, gestionado por la corona. Este sistema mejoró la situación de los indígenas, que, por desgracia, siguieron permaneciendo en un estado de semi-esclavitud. La religión era una herramienta importante de control (tanto para los nativos como para los españoles), muchas figuras religiosas claves fueron enviadas a América a evangelizar a los indígenas y convertirlos al catolicismo.

La invasión y conquista de Colombia es un ejemplo típico, y a menudo lamentable, de la conquista española del Nuevo Mundo. Lo que es innegable es el país culturalmente rico y diverso que tenemos hoy en día como consecuencia de ello.



Capítulo 4



El crecimiento económico y las cuentas fiscales del Nuevo Reino de Granada.


Las cifras de las exportaciones de oro son del orden de los 2 millones de pesos plata anuales al final de la Colonia, con algunos envíos de algodón, añil y tagua de menor cuantía pero crecientes.

Los recolectores de diezmos participaban en subastas anuales para cada juzgado o localidad y debían estimar seriamente lo que recaudarían, bajo pena de tener que pagar una caución en caso de que sus cálculos fallaran. De este cálculo quedarían por fuera los pequeños cultivos y la agricultura de los resguardos, ya sometida al tributo indígena, así como también la producción de la provincia de Pasto y de toda la costa Atlántica.

Argentina tenía escasa población pero ya contaba con un intenso comercio y soportaba pocos impuestos, mientras que Perú constituía un caso intermedio de explotación platífera con una carga tributaria menos oprobiosa. La carga tributaria total es entonces para la Nueva Granada de 11,4% del PIB, al sumar los impuestos para la Corona y los destinados a financiar el culto católico.


El virreinato de la Nueva Granada obtuvo un buen crecimiento económico durante la segunda mitad del siglo XVIII, evidente en la producción de oro, en los resultados fiscales y en los diezmos para las regiones de Colombia central, como lo atestigua Brungdart, de Cauca y del Valle del Cauca en particular, pero igual para Antioquia que registra un auge del comercio .

EL IMPACTO FISCAL EN EL CRECIEMIENTO DE LARGO PLAZO DEL PIBEl Estado colonial tuvo su mayor impacto en apropiar para sí todas las áreas rentables de la economía que estancaba o con los impuestos que soportaba tanto el comercio internacional como el local, otorgando privilegios comerciales a los miembros del gremio, los llamados “consulados”; se frenaba así el desarrollo comercial y el de la acumulación privada de capital, impidiendo también el surgimiento de bancos privados, puesto que la Iglesia detentaba el monopolio del préstamo de dinero y condenaba con el delito de usura las operaciones de crédito entre privados. Existe un consenso extendido en el tiempo sobre el impacto negativo que sobre el crecimiento tuvo la opresión colonial, lo cual justificó la independencia en términos económicos.

La agricultura de la región central del virreinato debió crecer a una tasa similar a la de los diezmos, que lo hizo al 2,9% anual entre 1763 y 1813 según Brungdart, aunque, como se vio, aumentó la eficiencia de la recolección de todos los impuestos y además hubo un alza muy fuerte de los precios de la carne durante el mismo período , lo cual sugiere ausencia de mejoras en la productividad e incapacidad de respuesta del sector frente a una demanda creciente.





Capitulo 5


CONSECUENCIAS ECONÓMICAS DE LA INDEPENDENCIA EN COLOMBIA


ECONOMIC CONSEQUENCES OF INDEPENDENCE IN COLOMBIA



RESUMEN

La Independencia de España fue en todas sus colonias un movimiento complejo de confrontación civil y una larga y cruenta guerra de liberación. Se perdieron vidas humanas, se destruyeron activos, se fugaron capitales, se liquidó la esclavitud y la cosa pública quedó en manos de una administración inexperta, aunque al mismo tiempo hubo una gran reducción de la carga tributaria y una modernización del Estado y de sus regulaciones bancarias. El PIB por habitante se redujo considerablemente hasta los años treinta del siglo XIX, y luego se recuperó. Se deterioró la economía de Popayán y Cartagena, esta última subsidiada por los impuestos del resto del virreinato, y se beneficiaron Antioquia, con su minería de mazamorreros libres, y Cundinamarca.

El Virreinato de la Nueva Granada logró un notable crecimiento económico durante la segunda mitad del siglo XVIII, que se frenó desde 1808 con el colapso de España a causa de la invasión y la guerra contra la fuerzas de Napoleón. El crecimiento luego se tornó negativo debido a la interrupción del comercio, las cruentas guerras de Independencia, la decadencia del esclavismo y el estancamiento del comercio internacional, hasta 1850. La inexperta burocracia criolla que remplazó a la de la Corona no tenía capacidad para solucionar los problemas; de modo que la Independencia inauguró un largo proceso de inestabilidad política que resultó muy costoso para la sociedad, aunque se inició una serie de reformas fiscales y legales que empezaron a modernizar la economía de la nueva república independiente.

El proceso de la Independencia produjo entonces costos y beneficios, en contra de la visión sesgada y unilateral de los criollos de la época y de los historiadores tradicionales, para quienes la Colonia fue un período de atraso económico y de oprobio político, y la emancipación el preámbulo de una historia republicana lineal y progresista (Ocampo López, 2007, 201). De acuerdo con otros autores, la Independencia, en cambio, no dio lugar a nada nuevo y el sistema político que se construyó cambió poco y constituyó un prolongado fracaso histórico (Tovar, 2007a, 218).

En este trabajo nos proponemos demostrar que el período colonial fue más próspero de lo que supone la literatura tradicional y que la economía se contrajo en la primera mitad del siglo XIX para recuperarse más adelante. Además, que los criollos no tenían una experiencia de gobierno proto-nacional que les permitiera reorganizar el orden político después de la emancipación y que, a pesar de estar profundamente divididos con respecto a la forma de organización que debía adoptar la república, modernizaron tortuosamente las instituciones políticas y legales heredadas.

La república fue surgiendo difícilmente a partir de su legado absolutista y confesional. Los beneficios, que fueron menos tangibles al comienzo y se fueron asentando con el tiempo, integraban los siguientes elementos: una reducción apreciable de los impuestos, incluida la eliminación del diezmo eclesiástico; una modernización de las constituciones y del código civil; la liberación de los esclavos; la profundización de un mercado de tierras; la modernización de la legislación comercial, bancaria, de sociedades y de pesas y medidas; la abolición del monopolio del comercio, de los estancos y del crédito, que era detentado por la Iglesia, lo que hizo posible la aparición de bancos modernos y privados. Pero el establecimiento de un sistema político menos conflictivo que el que existió durante el siglo XIX sólo fue posible, y no del todo, después de la muy cruenta Guerra de los Mil Días, ya en el siglo XX.

La globalización no estaba madura en el tiempo de la Independencia, y cuando se desató con gran fuerza, después de 1850, Colombia estaba demasiado ensimismada en sus conflictos internos y encerrada dentro de su escarpada geografía como para tomar plena ventaja de la expansión del comercio mundial, aunque es os dos hechos se combinaron y reforzaron intrínsecamente: el conflicto político impidió el progreso económico y el fortalecimiento del Estado, de modo que los recursos se destinaban a la guerra y no a la construcción de una infraestructura que derrotara a la geografía, algo que sí se pudo acometer con éxito en el siglo XX. No obstante, Colombia alcanzó a beneficiarse de un comercio creciente, bastante volátil por cierto, en la segunda mitad del siglo XIX, que contribuyó a reanudar el crecimiento económico sobre una base más amplia que aquella permisible bajo la égida del imperio español y de sus arcaicas relaciones de castas y corporaciones.

Además de estos párrafos de introducción, el ensayo consta de una sección sobre los antecedentes económicos de la Independencia y una sobre las constituciones localistas hasta la Constitución de la Gran Colombia en 1821; la tercera examina el desmonte de la estructura económica colonial, y la cuarta discute los costos y beneficios de la Independencia en términos económicos y políticos; termina con una breve conclusión.

ANTECEDENTES: AUGE COLONIAL Y EXCESOS TRIBUTARIOS

La organización económica de la sociedad colonial era ineficiente y se basaba en el monopolio público y privado de la producción y del comercio. La sociedad era jerárquica y se asentaba en el concepto de castas separadas, que convertía a la pureza de la sangre en la principal barrera de entrada a la cúspide, es decir, a los cabildos, a los colegios mayores, a los consulados de comerciantes, a la curia mayor y a la alta oficialidad del ejército (Garrido, 1993, 30-31). La mayor parte de la población disfrutaba de pocas libertades: los mestizos vivían en las haciendas como dependientes y peones o en las fronteras del territorio como colonos, con escasos o inciertos derechos de propiedad; los indígenas eran considerados menores de edad y los esclavos se mantenían en un régimen de trabajo relativamente laxo, alejado del mercado mundial.

La ineficiencia de la organización económica colonial no hacía imposible el crecimiento económico. En contra de la idea de que la opresión colonial impedía todo progreso económico, idea que la historiografía tradicional comparte con los criollos de esa época, en el Virreinato de la Nueva Granada se desarrolló la minería del oro, un sector muy dinámico que creció al 2,5% anual entre 1750 y 1800, tasa notable para una economía precapitalista, que lo convirtió en el sector líder de la economía colonial. Las necesidades de la actividad minera jalonaban la producción agrícola, ganadera y artesanal de muchas regiones del virreinato. La política borbónica de reducción de los impuestos a la minería y los subsidios a sus insumos contribuyeron al auge de esta actividad. Las crecientes necesidades de los mineros del Cauca, del Chocó y de Antioquia eran atendidas por la agricultura del valle del río Cauca y de la Sabana cundiboyacense, y por las artesanías, incluyendo “ropas de la tierra”, de Santander y de Nariño, como muestran los datos del comercio intrarregional (Twinan, 1988, 49). Un cálculo aproximado del crecimiento del producto colonial entre 1750 y 1800 da como resultado una tasa del 1,2% anual: un 0,3% correspondiente a la productividad derivada de una mayor división y especialización del trabajo de las diferentes regiones geográficas del Virreinato y un 0,9% asociado al crecimiento demográfico, que corresponde al período entre los censos de 1778 y 1825, resultado que extrapolamos hacia atrás (Kalmanovitz, 2006, 176).

Como ya se dijo, los Borbones alentaron el auge minero con la reducción de los impuestos a la producción de oro, que pasaron de cerca del 22% del oro extraído, sumando el quinto y el requinto, a un 3%. Esa política de fomento fue acompañada de un enorme aumento de la tributación impuesta a otras actividades, incluidos los diezmos y los márgenes de los monopolios o estancos, lo que llevó a que los criollos se sintieran atropellados y explotados, con justa razón. La gráfica 1 muestra que en 1760 los impuestos podían llegar al 3% del PIB, mientras que en 1800 eran de un 10%, al que se debe sumar un 1,2% por los diezmos. La inconformidad de los criollos aumentó cuando la Corona los excluyó de las posiciones de mando a las que antes tenían acceso y suspendió la venta de cargos. Se extendió entonces el sentimiento de que la Corona había renegado del pacto colonial, que la comprometía tácitamente a consultarles los impuestos, a permitirles que los evadieran y a aceptar su participación en el gobierno colonial (Phelan, 1980, 4). Como resultado, algunos criollos se apoyaron en la teoría legal escolástica que suponía la existencia de un pacto tácito entre el rey y sus pueblos, mientras que los criollos conservadores se opusieron a las visiones más modernas de las revoluciónes norteamericana y francesa. Por otra parte, muchos intelectuales criollos bebieron de las fuentes de la Ilustración y de la economía política (Silva, 2002, 399 y ss.), e hicieron ejercicios constitucionales modernos, que absorbían algunas enseñanzas importantes de la revolución norteamericana, así como de la francesa, especialmente en su fase termidoriana (Urueña, 2007, 62 y 85).

Gráfica 1
Participación de los impuestos en el PIB, 1765-1870
(Porcentaje)


Aunque los Borbones incentivaron el libre comercio entre los virreinatos, nunca lograron consolidarlo; la Corona intentó limitar el poder de los consulados o gremios de comerciantes de Cádiz y Sevilla sobre el comercio con la metrópoli, y el del consulado de Cartagena sobre la distribución de las mercancías de ultramar en el interior de la colonia, pero no promovió una apertura a fondo ni propició una mayor competencia. La Corona otorgaba monopolios para simplificar el recaudo de los tributos, pues no tenía interés especial en aumentar el comercio ni la riqueza de sus colonias; sólo le interesaba fomentar la minería de metales preciosos.

Los criollos comenzaron a cuestionar la falta de libertad económica y en particular los monopolios de comercio siguiendo el ejemplo de los colonos angloamericanos, que disfrutaban de un libre comercio entre las trece colonias y se habían independizado de Inglaterra en 1776. En las colonias angloamericanas la política comercial contribuyó a crear un mercado interno de crecientes proporciones, y entre ellas Inglaterra, que estaba interesada en importar materias primas y exportar manufacturas porque entendía que así incrementaba la riqueza de todos, lo que hizo posible el surgimiento de una burguesía comercial rica en Norteamérica.

Los criollos sentían más agudamente sus carencias cuando los ingleses y holandeses los surtían de bienes más baratos y de mejor calidad desde Jamaica y Curazao que los que entregaba el monopolio de la Corona y podían exportar a través de ellos el oro que contrabandeaban de las minas, así como algunas materias primas y artesanías que los españoles prohibían comerciar. Surgió una burguesía comercial relativamente débil, anclada en los privilegios del consulado de Cartagena; ésta recurría asímismo al contrabando, que llegaba a un 15% del comercio legal (Meisel, 2005, 4), y atendía el comercio entre las regiones auríferas y zonas productoras de alimentos, artesanías y ropas de la tierra, entre la que se destacaron los arrieros antioqueños.

Con todo, la Nueva Granada no era una colonia especialmente rica hacia 1800. Se ha calculado que su producto por habitante era de unos 27,4 pesos plata anuales (Kalmanovitz, 2006, 167), contra los 41,6 a que llegaba el de Nueva España (Salvucci, 1999, 261), la joya de las colonias españolas. Mientras que la Nueva Granada exportaba un equivalente a 2 millones de pesos plata año a finales del siglo XVIII, Nueva España exportaba 18 millones de pesos y Perú, incluyendo a Potosí, unos 8 millones.

El movimiento por la Independencia se puede entender como la aspiración al auto-gobierno de los criollos que querían entrar a un mundo que se industrializaba, requería materias primas y prometía una gran prosperidad. Pero, en fin de cuentas, no sería un proceso fácil puesto que el legado hispánico sería defendido por otros grupos de la sociedad criolla, que no sólo incluían a los que se aferraban a sus privilegios, a la herencia cultural y a la religión, sino también a los indígenas que habían sido protegidos por la Corona de los abusos de los criollos, con instituciones como el resguardo, el cabildo indígena y el derecho indiano que los criollos se aprestaban a desmontar.

Los liberales que surgieron en el seno de la sociedad post-independiente pensaban que se debía erradicar lo que los españoles habían sembrado: las relaciones de servidumbre –especialmente paternalistas con los indígenas– y de esclavitud, un sistema de castas que consagraba la desigualdad ante la ley, una tributación excesiva, un sistema de crédito monopolizado por la Iglesia y unas normas legales arcaicas que impedían la movilidad de la tierra y de la mano de obra. Pensaban que se necesitaba abrir la economía al comercio internacional, liquidar los consulados y modernizar sus códigos para poder prosperar. Las transacciones de tierras eran escasas porque la propiedad estaba reglamentada por leyes que protegían los mayorazgos, mientras que los censos (préstamos hipotecarios) y las capellanías (propiedades cedidas para financiar con sus rentas los rezos por las almas de los muertos) mantenían parte de la propiedad inmueble por fuera de los circuitos comerciales; las heredades de la Iglesia, a su vez, sustraían otra extensión importante de las tierras de su uso más productivo.

Los conservadores, por el contrario, pretendían mantener el legado hispánico, religioso y legal, cultivar la lengua materna y mantener sometida a la población mestiza, indígena y esclava que, tentada por los liberales, se alzaría –según ellos– en rebelión y liquidaría la civilización que se había heredado de España.

Unos y otros se identificarían con el federalismo, en cuanto les daba mayores oportunidades para asentar o defender sus políticas. En últimas, los criollos de ambos bandos preservaban la desigualdad en el acceso a los recursos productivos de la sociedad colonial, y la modernización liberal la agravaría en el caso de la tierra y aun en el de la tributación.

Los costos de la Independencia fueron muy altos, siendo el mayor de ellos la pérdida del orden político que sostuvo el imperio español de ultramar durante más de tres siglos. La sociedad republicana fue cambiando lentamente y logró cierta prosperidad en la segunda parte del siglo. La disminución del tamaño del Estado llevó a que el excedente económico quedara totalmente en manos de los criollos, pero ese Estado excesivamente pequeño y mal administrado (Bushnell, 1966, 54), y los frecuentes cambios de las normas constitucionales y legales fueron una de las causas de su fracaso en la provisión de bienes públicos, en particular de la educación y de la higiene, pero también de vías de transporte en un país taponado por la geografía y que concentraba la mano de obra, y por tanto la producción, en las tierras altas, lejanas de las costas.

Mientras que los países situados en la frontera del imperio español que lograron la independencia sin guerras externas, como Argentina y Chile, o Costa Rica más cerca de Colombia, muy pronto establecieron regímenes liberales abiertos al comercio y lograron estabilidad política y constitucional, los que vivieron intensamente el conflicto tardaron en alcanzar alguna estabilidad política y economías abiertas. “Los obstáculos institucionales al crecimiento económico […] fueron mayores en las zonas de población autóctona estable, donde quedaron encarnados en un ‘pacto’ colonial entre España y la élite colonial”, dice John Coatsworth sobre la América colonizada por Iberia. En Colombia los cambios constitucionales fueron muy frecuentes durante el siglo XIX: entre 1830 y 1916 tuvo 9 nuevas constituciones, mientras que los países del Cono Sur tuvieron una sola. Pero hubo países más inestables todavía: Venezuela y Ecuador promulgaron 12 nuevas constituciones en el mismo período (Dye, 2006, 178-179).

DE LAS CONSTITUCIONES LOCALISTAS A LA GRAN COLOMBIA

El secuestro del rey de España por Napoleón desató la anarquía en casi todas las colonias ibéricas. Surgieron iniciativas constitucionales en villas y provincias, y el gobierno provisional instaurado por las cortes de Cádiz ofreció amplia representación a los criollos, súbditos de los virreinatos de ultramar. La constitución aprobada en Cádiz en 1812 propuso una monarquía parlamentaria. La carta era progresiva e incluyente porque estableció el voto universal masculino sin requisito de propiedad ni de educación o sin exigir ser propietario, lo que incluía a criollos blancos, mestizos e indígenas (aunque excluyó expresamente a los esclavos), y estableció gobiernos provinciales y ayuntamientos de origen popular (Rodríguez, 2005, 168). la Nueva Granada no envió delegados, por lo cual la influencia de la constitución gaditana fue limitada en este territorio, mientras que la restauración del rey Fernando VII en el poder en 1814 le permitió abolir las cortes y desconocer la constitución liberal de Cádiz.

En la Nueva Granada, la influencia de las constituciones de las colonias norteamericanas se puso de manifiesto en el pronunciamiento constitucional de Cartagena (Urueña, 2004). En contraposición, la constitución de Cundinamarca de 1811 propuso una monarquía constitucional que reflejaba la actitud excluyente de los criollos frente a los que denominaban “castas” y el temor a perder el dominio sobre el orden político legado por España. Otras iniciativas más federalistas, como las que propuso Camilo Torres bajo la influencia del constitucionalismo angloamericano para conformar las provincias unidas, llevaron a guerras intestinas que facilitaron la reconquista española de 1817.

La historiografía tradicional califica a este período como el de la “Patria Boba”, pero el conflicto no provenía de la estupidez humana sino de la inexistencia de gobiernos proto-nacionales en todas las colonias españolas. La monarquía poco dependía de las cortes o parlamentos regionales españoles, y las debilitó, y dio aún menos representación a los criollos ricos de sus colonias. En cambio, las asambleas de las trece colonias angloamericanas legislaban sobre impuestos y disponían de recursos suficientes para invertir en educación e infraestructura. Dada esta experiencia, se les facilitó entrar en una negociación compleja después de su guerra de independencia que culminó en una confederación dotada de una constitución eficiente y legítima que perdura hasta hoy.

Durante los años posteriores a la Independencia, en los países liberados por los ejércitos comandados por Simón Bolívar hubo una pugna entre los partidarios de una forma de gobierno centralista que concentraban el poder en la presidencia vitalicia del general –quien además podía nombrar a su sucesor– y restringían el ejercicio de la ciudadanía a los que no tenían propiedades o no sabían leer y escribir, y los partidarios de una forma de gobierno más liberal con reglas menos restrictivas de participación política. la Gran Colombia se fundó en Cúcuta en 1821, con la proclamación de una constitución que debilitaba las aspiraciones dictatoriales del Libertador. En el caso de Colombia, la lucha terminó zanjándose a favor de los republicanos santanderistas, que vencieron a los partidarios de Bolívar (1826-1828), y tomó el nombre de República de la Nueva Granada después de la disolución de la Gran Colombia en 1832, dando al traste con otro de los sueños del caudillo: el de ser el conductor de un gran imperio americano (Rodríguez, 2005, 407-408).

LA ESTRUCTURA ECONÓMICA DESPUÉS DE LA INDEPENDENCIA

La guerra de liberación, combinada con el enfrentamiento social, ocasionó grandes costos: pérdida de vidas, fuga de capitales, destrucción de activos productivos, reses, mulas y caballos, y aumento de los robos, el abigeato, los atracos y asesinatos (Bushnell, 1966, 64- 65). “En 1825-1826 los gastos militares seguían absorbiendo tres cuartas partes de los ingresos del Estado. El conflicto fue destructivo y dejó muchas haciendas en ruinas, víctimas de la confiscación y el saqueo durante las guerras y las venganzas personales después de ella” (Lynch, 2006, 214). Los chapetones ricos sacaron los capitales que habían invertido o al menos la parte que pudieron hacer líquida. Aunque es difícil de probar, la guerra redujo la población en la Nueva Granada, aunque no tanto como en Venezuela, que debió perder cerca de la tercera parte en la cruenta contienda.

Hubo además cambios importantes en la distribución de la propiedad agraria debido a la confiscación de las tierra de los realistas y, luego, al reparto de tierras entre las tropas de los ejércitos libertadores. Los soldados recibieron vales para ser cambiados por tierras, pero los caudillos y altos oficiales se los compraban por una fracción de su valor. “Una nueva élite de terratenientes, recompensada con propiedades secuestradas o tierras de la nación, se unió a los propietarios de la colonia y en algunos casos los remplazó. Los soldados que no habían recibido lo que se les debía se quejaron con amargura del funcionamiento de las comisiones de tierras” (Lynch, 2006, 212).

Hubo otros efectos sociales y económicos, como el colapso de la esclavitud, la recesión en las zonas mineras que dependían de ella –Cauca y Chocó– y la desarticulación de las haciendas de Popayán y el valle del Cauca. Aumentó el cimarronaje, lo que ocasionó pérdidas a los dueños de esclavos, amenazó la seguridad de sus bienes y redujo la capacidad para pagar sus deudas a la Iglesia. La Costa Atlántica sufrió aún más: la liberación de los esclavos también la perjudicó y, además, se esfumaron los recursos para los gastos militares y la construcción en Cartagena, que jalonaban el alto ritmo de la actividad económica de la región. Meisel calcula que el situado de Cartagena era de 1.500.000 pesos, más del 6% del PIB neogranadino (Meisel, 2005). La reconquista fue muy cruenta en lo que hoy es el departamento de Bolívar, mermó su población y arrasó buena parte de su agricultura, su ganadería y sus mulas (Earle, 2000, 63). En consecuencia, la región costera involucionó durante la mayor parte del siglo XIX, y sólo empezaría a recuperarse en el siglo XX. La población de Cartagena pasó de 17.600 habitantes en 1809 a 9.896 en 1851 (Calvo, 2002, 197). “Cartagena perdió [...] su condición de puerto único para el comercio exterior y perdió también abruptamente el situado, los dos pilares de su economía al final de la Colonia” (Calvo, 2002, 190). Fueron surgiendo puertos alternos como Barranquilla y Santa Marta que le restaron actividad económica a Cartagena.

Las guerras de independencia y los cambios en el régimen de esclavitud también desarticularon la minería y las plantaciones en el Cauca. Lo que había sido un sector líder en la última fase de la Colonia y había jalonado la producción agrícola y artesanal pasó a ser un sector rezagado que dependía de la minería de aluvión, principalmente en la región antioqueña.


Gráfica 2
Producción de oro 1704-1904
Miles de pesos plata

Hay también evidencias de algún grado de desurbanización en todo el país: Bogotá perdió población entre 1825 y 1850, así como los diez municipios principales, que en conjunto perdieron un 2% de su participación en la población total (Ocampo, 1984b).

Las estadísticas de precios son muy imperfectas. Pardo presenta un índice ascendente de precios de los alimentos entre 1780 y 1800, que debe reflejar un auge económico general (Pardo, 1972). Los índices de precios luego caen, e insinúan una deflación generalizada entre 1825 y 1850 (gráfica 3). Lo más plausible es que se trate de una baja sensible de la demanda, que antes era impulsada por la minería del oro y el gasto público en Cartagena, Popayán y Bogotá, lo que reduce los precios de los alimentos. Los dos índices reflejan el mismo fenómeno pero es más aguda la caída en el índice de Urrutia que en el de Pardo. Ambos índices informan que hay una recuperación de los precios de los alimentos a partir de 1850, cuando la economía vive un auge exportador; productos como el tabaco, el añil y la quina, el café y los sombreros tenían un alto impacto sobre la demanda de una economía muy pequeña.

Gráfica 3
Índices de precios 1825-1860, base 1878

El sector exportador se resintió con la pérdida del comercio centrado en Cádiz y el debilitamiento de los consulados locales; por lo demás, no se ampliaron los mercados de materias primas en una Europa en guerra y autocentrada hasta 1850. En la década de 1820 cayeron los precios del café y del cacao, en perjuicio de las haciendas de la capitanía de Venezuela y de Cúcuta. Ocampo estima que entre 1803 y 1850 la caída de las exportaciones per cápita fue de un 42% (gráfica 4). En verdad, había poco que exportar, aparte del oro, el producto de mayor valor entre los que se enviaban a España. El Cauca, que concentraba gran parte del poder político y económico colonial, inició un proceso de segura decadencia económica, aunque tardó en manifestarse, y de pérdida de influencia política en la nueva república. La minería de Antioquia, que se venía ampliando al final del siglo XVIII, siguió produciendo con base en el mazamorreo libre, y más adelante implantaría una minería empresarial mecanizada que compensó las pérdidas de otras regiones y contribuyó a una producción nacional relativamente estable, como se aprecia en la gráfica 2.

Según Vicente Restrepo la producción de oro de Antioquia en el siglo XIX (137 millones de pesos) duplicó la del siglo XVIII (64 millones de pesos), mientras que la del Cauca sin Chocó pasó de 38 millones de pesos en el siglo XVIII a 37 millones en el XIX (Restrepo, 1952, 71 y 104). La provincia de Pasto, que se inclinó por la causa realista, terminó arruinada: “quedó destruida, con su población diezmada y, en términos políticos, condicionada para iniciar su vida republicana por la invasión y la ocupación, como un territorio enemigo bajo el mando de jefes hostiles plenamente autorizados para castigarla y sojuzgarla” (Montenegro, 2002, 33). Más adelante fue gobernada por José María Obando, uno de los “Cuatro Supremos” que se rebelaron en el sur en 1840 contra el gobierno central e iniciaron una guerra que duró dos años y que volvió a destruir vidas y activos, bajo los estertores del esclavismo.

Con el deterioro de la esclavitud, las haciendas del Cauca convirtieron a muchos esclavos en concertados campesinos, sometidos a relaciones de servidumbre, pese a la resistencia y a la rebelión abierta; otros huyeron hacia la frontera agrícola (Mina, 1975, 50-51). La economía regional también involucionó hasta que se abrió el camino a Buenaventura en 1865, cuando comenzaron a llegar capital y algunos inmigrantes, y se estableció un creciente número de asalariados, en el Valle del Cauca mas no en Popayán.

Gráfica 4
Índice de exportaciones reales por habitante, base 1803

Los españoles permitieron que en Antioquia y Santander se asentaran campesinos pobres españoles, que hicieron a esas regiones más democráticas y prósperas que las de los enclaves blancos entre pueblos indígenas sometidos o esclavos (la Costa, la Sabana cundiboyacense, el Cauca y Nariño). Santander era particularmente rico en la Colonia, pues combinaba una pequeña agricultura de tabaco, fique y algodón con talleres artesanales domésticos que elaboraban “ropas de la tierra” y otros productos. Francisco Silvestre observó en 1789 que en Vélez y El Socorro “el comercio de sus efectos y frutos es el más considerable del Reyno de Santa Fe y como esta provincia es la más poblada de él y sus temperamentos varios y fértiles” es mayor la riqueza de la provincia (Silvestre, 1968, 73). Pero mientras que Antioquia se expandió con su minería de base y su colonización hasta las haciendas del Valle del Cauca, Santander estaba rodeado de tierras poco fértiles y no podía colonizar las del Magdalena medio, donde asolaban el paludismo y las fiebres, ni las del oriente infértil; existe la hipótesis de que el aumento y el abaratamiento de las importaciones de textiles ingleses que competían con los suyos llevó a su involución económica en el siglo XIX, pero evidencias de un estudio sobre el contrabando de Muriel Laurent no la confirman (Laurent, 2008). En 1868, Medardo Rivas decía que en suelo santandereano “la población iba mal vestida, estaba mal alimentada y carecía de techo. Los campesinos ignorantes, habitantes de chozas endebles, ganaban menos de dos reales al día” (Johnson, 1984, 227).

Una región poco afectada por las guerras fue la Sabana de Bogotá que “estaba bien cultivada: los agricultores conseguían dos cosechas al año y, gracias a un buen sistema de riego, obtenían una excelente producción de trigo, cebada y alfalfa. Sin embargo, los arados, escarificadores y demás herramientas para la agricultura eran primitivos, y la dependencia de la quincallería importada era todavía considerable” (Lynch, 2006, 215).

Cuadro 1
Crecimiento demográfico, 1778-1835
(Porcentaje)

El crecimiento demográfico es uno de los pocos indicadores del desarrollo económico regional durante el siglo XIX. El cuadro 1 muestra la tasa de crecimiento anual intercensal entre 1778 y 1835 de la población de las grandes provincias del Virreinato de la Nueva Granada, donde Cundinamarca incluye a Antioquia y la provincia del Cauca a lo que se denominó Gran Caldas. Aunque hay fallas protuberantes en los censos, sobre todo en el de 1835, las cifras indican que Cundinamarca tuvo un crecimiento más elevado que las demás, debido quizá a la expansión demográfica que ya había comenzado en Antioquia y que se profundizó en el período 1835-1898, como muestran los datos ajustados por Flórez y Romero con una mayor descomposición por departamentos (cuadro 2). Es notorio el bajo crecimiento de la Costa Atlántica, aunque allí también fue difícil contar la población durante este período.

El crecimiento de la población total entre el censo colonial de 1778 y el de 1835 fue del 1,22% anual, y de 34 puntos decimales más en el período de 1835-1898, lo que sugiere una mejoría en las condiciones de vida de la población colombiana

Cuadro 2
Evolución de la población por estados, 1835-1898
(Porcentaje)

Entre 1835 y 1898, la tasa anual de crecimiento en Antioquia (2,18%) casi duplica a la de Santander (1,18%), lo que refleja unas mejores condiciones de nutrición, salud y educación que elevan la supervivencia de los infantes y la tasa de natalidad, mientras que la tasa de mortalidad disminuye debido a la mejor salubridad. Santander fue golpeado por las guerras civiles que generalmente se iniciaban en su territorio y por el deterioro de su actividad artesanal y agrícola asociado con el declive general y de la minería mencionado. Sin embargo, entre 1835 y 1851, tuvo una mayor tasa de crecimiento demográfico, del 2% anual, que luego decayó fuertemente; hay que destacar que en las provincias del norte de Santander, Cúcuta y Pamplona, hubo una expansión exportadora y demográfica notable en la segunda mitad del siglo XIX que empeoró la situación de sus provincias del sur (Johnson, 1984, 265). La alta tasa del Cauca (2,14% anual) fue también un reflejo de la colonización antioqueña porque gran parte de los actuales Risaralda y Quindío pertenecían al Gran Cauca, y los colonos llegaron a ocupar varios municipios del norte del valle del río Cauca como Sevilla, Cartago y Buga.

Los departamentos de Bolívar y Magdalena también tuvieron bajos crecimientos demográficos relativos, del 1,2% anual, mientras que Cundinamarca, Boyacá y Tolima tuvieron niveles intermedios, del 1,4% anual. La población total creció entre el 1,6% y el 1,8% anual en el siglo XIX, lo cual es un caso especial en el concierto latinoamericano (sin migración) cuyo promedio fue de un 1,1% anual (Maddison, 1995), anomalía que se explica en lo fundamental por el empuje demográfico de la colonización antioqueña.

El desarrollo del Chocó durante la Colonia es típico de una ocupación de blancos que martirizaron a los indígenas y después los remplazaron por esclavos, que llegaron a ser un poco más de 7.000 y produjeron una buena cantidad de oro. Los blancos no habitaban de manera permanente el difícil hábitat selvático y por ello no hubo una organización municipal adecuada. Se dio allí “la presencia de instituciones extractivas con relaciones muy verticales y una élite económica poco interesada en la construcción de capital social de la región” (Bonet, 2007, 12). Este patrón no cambió mucho en el siglo XIX, aunque la esclavitud se acabó, como en el resto del país, hacia 1850, y los antiguos esclavos se dispersaron a lo largo de los ríos para dedicarse a la pesca y a la agricultura.

El alto crecimiento demográfico de Colombia refleja una amplia oferta de tierras fértiles que bien podían ocupar los hijos de los arrendatarios, vivientes y aparceros de las haciendas, que disponían de grandes territorios sin explotar dentro de sus linderos, o colonos que se aventuraban hacia la frontera agrícola, todavía no ocupada efectivamente por los terratenientes. Lo cierto es que uno de los efectos de la Independencia y de la república organizada por los criollos fue una mayor concentración de la propiedad de la tierra con la reducción de las tierras de resguardo, la liquidación de la propiedad comunitaria, incluidos los ejidos, y la titulación de baldíos a favor de militares, empresarios y agiotistas que poseían deuda pública respaldada por las tierras del Estado. Con las tierras de la Iglesia pasó lo contrario: hubo una democratización efectiva por el sólo hecho de que pasaron, de una sola corporación propietaria, a manos de 4.024 personas (Jaramillo y Meisel, 2007), esto a pesar de la creencia convencional de que la desamortización reconcentró la propiedad en manos privadas.

LA MODERNIZACIÓN FISCAL, BANCARIA Y LEGISLATIVA

La nueva república acometió importantes tareas de modernización a lo largo del siglo XIX. Quizás el logro más importante de la Independencia fue la liquidación legal del sistema de castas que daba privilegios explícitos a los cristianos viejos. Todos los habitantes de la Nueva Granada eran presuntamente iguales ante la ley, si bien culturalmente siguió primando –y aún no ha acabado de hacerlo– la supremacía de los blancos frente a los demás. Indígenas y negros entraron en una senda de liberación que tardó mucho en concretarse, aunque fue real. Así mismo, los pardos podían aspirar a la propiedad con su participación en las guerras y en el desorden que las acompañó, aunque ganaron más los caudillos y oficiales.

Los impuestos se simplificaron y redujeron (Jaramillo, Urrutia y Meisel, 1997). Se abolieron las formas colectivas y obsoletas de propiedad de la tierra (el mayorazgo y las manos muertas en poder de la Iglesia, los ejidos y propiedades comunitarias de los indígenas), lo que despertaría la resistencia en algunos territorios, y se liquidó el muy racionado sistema de crédito eclesiástico a favor de la banca libre que se pudo desarrollar con fuerza a partir de 1870. En 1853 se introdujo el moderno código napoleónico de comercio que remplazó a las Ordenanzas de Bilbao; además se sustituyó el contradictorio y confuso sistema de medidas español por el sistema métrico decimal. Por último, se liquidaron o debilitaron los fueros corporativos –el del consulado, el eclesiástico y el de los militares– y se caminó en dirección de la igualdad ante la ley, aunque estaba lejos de alcanzarse.

El mayor beneficio inmediato de la Independencia fue la reducción de los impuestos y diezmos, que se contrajeron del 11,2% del PIB a cerca del 5%, una de las grandes ganancias que cosecharon los criollos. El hecho de trasladar al sector privado algo más de 7,5 puntos del PIB, que sostenían a la administración colonial, la defensa de Cartagena y el culto de la Iglesia, debió tener un impacto apreciable sobre el consumo de los criollos. La inversión, sin embargo, no sería vigorosa hasta que se liberaran las trabas al comercio exterior, en particular el estanco del tabaco, que siguió siendo de las rentas más altas del nuevo Estado republicano y que se resistía a soltar por no contar con ingresos sustitutos.

Gráfica 5
Gastos del gobierno como proporción del PIB
Porcentaje)

La gráfica 5 muestra que el gasto público aumentó desde 1800 y durante todo el período de la guerra hasta 1822; luego hubo un colapso del gasto del gobierno central, que en los años del federalismo osciló entre el 2 y el 4% del PIB, aunque paralelamente se amplió el gasto de los estados soberanos y de los municipios. En 1860, por ejemplo, los estados soberanos recaudaban el 3,2% del PIB contra sólo el 2% del gobierno central (cuadro 3).

Los primeros gobiernos criollos consiguieron financiamiento inglés para la guerra de liberación pero no fueron capaces de pagar la deuda, de modo que se les cerró el crédito externo durante el resto del siglo XIX. En cada conflicto interno era frecuente que se recurriera a préstamos forzosos, y a veces voluntarios, o a las requisas de reses y cosechas para alimentar a la soldadesca a cambio de bonos o vales de deuda pública que eran descontados a favor de agiotistas y banqueros con la suficiente influencia política para hacerlos valer (Deas, 2007).

Cuadro 3
Ingresos fiscales 1810-1860
(Porcentaje y miles de pesos plata)

En general, el desorden fiscal incentivó la depredación de los derechos de propiedad de los ricos de la época, incluidas las propiedades de la Iglesia, y la guerra abrió además la posibilidad de que las guerrillas de uno u otro partido también usurparan la propiedad del prójimo, lo que propició la fuga de capitales o el testaferrato para ocultar las riquezas, y en todo caso frenaba la inversión de haber existido un medio que la protegiera.

Los impuestos que pagaban los colombianos a la nación y a los estados en 1870 eran muy bajos, como muestra el cuadro 4.

Cuadro 4
Rentas por habitante, estados soberanos y gobierno central, 1870

Panamá era el estado soberano que más recaudaba debido a que permitía comunicar al oeste y el este de Estados Unidos por medio de su ferrocarril interoceánico, y por ello era una región de intensa actividad comercial y urbanística. El recaudo de Bolívar y Magdalena se beneficiaba de los gravámenes al comercio que pasaba por Barranquilla, Cartagena y Santa Marta. Antioquia tenía unas finanzas estables basadas en su creciente riqueza minera y agrícola. Boyacá era el estado de la Unión que menos recaudaba, seguido en orden ascendente por Santander, Tolima y Cauca. Cundinamarca era relativamente rico porque albergaba a la capital, que se recuperó demográficamente entre 1850 y 1870, ya que poseía una agricultura y una ganadería prósperas. La estructura económica colonial cambió entonces profundamente durante la república: las tres provincias más prósperas antes de la Independencia –Cartagena, Santander y el Cauca– se empobrecieron, mientras que Antioquia y Cundinamarca continuaron enriqueciéndose y Panamá despegó, impulsada por el intenso comercio que atravesaba su territorio; las demás se mantuvieron en su retraso ancestral.

COSTOS Y BENEFICIOS DE LA INDEPENDENCIA

Después de la Independencia, los resultados en términos de crecimiento fueron desalentadores. El PIB per cápita descendió en un 17% hasta 1850, a una tasa del -0,3% anual. Sin embargo, la inserción en el mercado mundial mediante las exportaciones de tabaco, añil, índigo, cueros y café en la segunda mitad del siglo XIX produjeron un auge importante; a este se sumó la expansión ganadera propiciada por la introducción de los pastos Pará y Guinea desde 1840 y por algunas mejoras en las vías de transporte (caminos y ferrocarriles y la navegación a vapor por el río Magdalena) que permitieron que en 1860 se recuperara el nivel del producto per cápita de 60 años antes. Entre 1850 y 1885 el PIB por habitante creció a una tasa del 0,5% anual, con alguna contribución de una banca dinámica a partir de 1870; el crecimiento se revirtió con la Regeneración y el PIB cayó a una tasa de -0,5% anual entre 1885 y 1905.

La comparación del desarrollo económico colombiano con el de otros países latinoamericanos y el de Estados Unidos no favorece a Colombia, especialmente hasta 1850, como muestra el cuadro 5; y aunque llegó tarde a la globalización, en pleno siglo XX, luego tuvo bastante éxito.

Con respecto al de Estados Unidos, el PIB por habitante de Colombia era el 39% en 1800, el 19% en 1850 y apenas un 13% en 1913, aunque algo se ha recuperado a finales del siglo XX, cuando llega al 23%. Los otros países latinoamericanos muestran un mayor desarrollo que el de Colombia, especialmente a la altura de 1850, cuando Argentina tenía un ingreso por habitante 3,3 veces superior, Brasil algo similar y Chile duplicaba el nivel colombiano. En 1850, Colombia estaba cerca de México, que sufrió intensas guerras civiles y dos invasiones externas. Sin embargo, con el curso del tiempo, especialmente en el siglo XX, las diferencias se han acortado, pero no sustancialmente.

Gráfica 6
PIB por habitante 1765-1905 (pesos plata)

Cuadro 5
PIB por habitante en algunas economías del Nuevo Mundo (dólares de 1985)

El debate sobre los costos y beneficios de la Independencia se ha dado en torno a las evidencias de que en México y la Nueva Granada la última fase del imperio español en ultramar fue próspera, y de que la Independencia produjo una grave contracción económica que sólo superaron los países que entraron primero a la globalización, hacia 1860, y México sólo con el porfiriato (1870-1910). El trabajo de Dobado y Marrero sobre México insinúa que su desarrollo económico fue rápido y “normal” en el siglo XVIII y que habría seguido así de no ser por la Independencia (Dobado y Marrero, 2006). Ellos suponen implícitamente que el desarrollo capitalista no exigía cambios en la estructura política y económica de la sociedad mexicana, algo que fue necesario incluso en España, la cual también padeció los problemas de unas reformas liberales incompletas que castigaron su desarrollo de largo plazo.

Leandro Prados hace un ejercicio contrafactual sin la revolución de la independencia, suponiendo que el crecimiento económico observado en el siglo XVIII se habría mantenido inalterado en el largo plazo. Supone que el choque independentista que lo interrumpe es temporal y que los países iberoamericanos recuperan su crecimiento más adelante. Prados aduce que la comparación con Estados Unidos, en autores como Engerman y Sokoloff o Coatsworth, no es válida porque pone al continente iberoamericano a competir con el líder mundial del crecimiento económico. Sin embargo, de la comparación de América Latina con África, que también sufrió la opresión colonial de otras potencias europeas, Prados deduce que a los países con legado hispánico les va bastante bien (Prados de la Escosura, 2006, 470)1.

En nuestra interpretación, España sembró relaciones sociales arcaicas, serviles y esclavistas en el continente, y además legó un sistema absolutista, todos ellos factores retardatarios que dificultaron la instauración de la igualdad ante la ley y la división y la separación de poderes, característicos de la democracia liberal en Occidente. El crecimiento económico no era imposible en esas condiciones pero se veía obstaculizado por las instituciones que monopolizaban el comercio y la producción e imponían tributos excesivos a los súbditos. El sector público asfixiaba al sector privado, para decirlo en términos modernos, con excepción de los sectores que se beneficiaban con las exenciones y los que evadían las innumerables regulaciones de la Corona, que no eran pocas.

Las luchas del siglo XIX en Colombia y en casi toda la América hispana fueron un reflejo de los intereses de los criollos que pretendían avanzar en dirección de la libertad económica y política, separar a la Iglesia del Estado y establecer el federalismo contra los que se empeñaban en defender el legado político y religioso hispánico y su tradición de centralismo político.

Un ejercicio contrafactual distinto al de Prados sería buscar el momento más cercano posible a la revolución democrática en España y en América: la asamblea constituyente en que se erigieron las cortes de Cádiz en 1812, cuando Fernando VII era prisionero de los franceses. Se podría suponer entonces que las cortes organizan un ejército con los tributos y préstamos de los hombres ricos de España, que combate y derrota a los franceses, derroca a Fernando VII, y designan un rey al que puedan someter. Luego se proclama la república, se separa la Iglesia del Estado, se liquida la Inquisición, se reparten las tierras de los nobles, se establece una justicia independiente y se mantiene un nivel de tributación suficiente para construir infraestructura y financiar la educación universal.

El ejercicio contrafactual continúa en los territorios ultramarinos: el ejército español triunfa en una reconquista democrática, se establecen asambleas locales que nombran sendos virreyes y se replican las reformas adoptadas en la metrópoli para contrarrestar la anarquía que estaba asolando las colonias recién liberadas, y así se instaura un orden político de consenso. España y sus colonias prosperan, crean un mercado común y luego los Estados Unidos de Iberia. Eventualmente, los Estados Unidos ibéricos encuentran inconveniente su vínculo con la metrópoli y proclaman su independencia, consolidan sus instituciones democráticas y navegan en paz hacia la prosperidad. La economía florece y en 1950 tenemos un ingreso por habitante más alto que el de los Estados Unidos de Norteamérica.

Sin embargo, la restauración de Fernando VII en el trono español entierra la constitución de Cádiz y también nuestro ejercicio contrafactual. España y sus colonias padecieron trabas para establecer democracias liberales así como para lograr un buen crecimiento económico, aunque España tuvo un comportamiento aceptable en la segunda mitad del siglo XIX; no obstante, hacia la mitad del siglo XX su producto por habitante era inferior al de los países del Cono Sur e igual al de México (Gómez y Silva, 2007, 785).

Aquí se evidencia una diferencia conceptual fundamental entre nuestro enfoque y los de Dobado y Marrero y Prados: la economía no procede linealmente, siguiendo una trayectoria de largo plazo inducida por factores técnicos, demográficos, geográficos o de distribución de los factores, que se puede estimar y explicar con métodos econométricos, sino que está incrustada dentro de un sistema político y social que tiene fuerte injerencia sobre ella. Ni España ni sus colonias podían prosperar más allá de cierto punto sin liquidar los monopolios públicos y privados que limitaban el comercio y la producción; debían también suprimir los odiosos privilegios de las corporaciones (gremios, ejército e Iglesia), liberar los mercados de mano de obra y de tierras, y separar el Estado de la religión. La Iglesia, en particular, se oponía a la democracia liberal, impedía el surgimiento de un sistema financiero privado, obstaculizaba la universalización de la educación y de su contenido científico y sumergía al pueblo en la superstición. De modo que el crecimiento económico es distinto en una sociedad organizada con base en la servidumbre y la esclavitud, el absolutismo y los monopolios políticos y religiosos, que en una sociedad basada en la igualdad de sus ciudadanos y que ofrece libertades políticas y económicas que aceleran el crecimiento. Este queda sujeto entonces a la transición entre los dos tipos de sociedad, a los vaivenes de los conflictos políticos y a los cambios de las reglas de juego, mientras que el mismo crecimiento puede incidir en la calidad de las instituciones.

A MANERA DE CONCLUSIÓN

La razón obvia para el deterioro económico de las colonias españolas fue la pérdida del orden político que la Corona supo mantener durante más de tres siglos, reconstruido difícilmente en el siglo XIX. La inestabilidad de las exportaciones colombianas quizá también contribuyó a la involución política y a la caída de los regímenes liberales, como insinúa la comparación con la trayectoria diferente de los países del Cono Sur que consolidaron gobiernos liberales respaldados por una gran prosperidad exportadora, que también desfallecieron cuando ésta se agotó.

La herencia hispánica tuvo gran peso en el desarrollo constitucional y legal del país por cuanto legó un sistema de creencias que orientó el diseño de las reglas de juego mediante las que se organizó tortuosamente la república. La endémica debilidad del Estado republicano nunca pudo poner límites estrictos a la revuelta porque pasó de los extremos democráticos de los liberales radicales a los muy represivos de los conservadores, cuando se asentaron en el poder. Los conservadores creían que era justo transgredir el orden constitucional si se atacaba a la Iglesia.

El principal costo de la Independencia fue la pérdida del orden político que tardó casi un siglo en restaurarse, mientras que su mayor beneficio fue la gran reducción de la carga tributaria y la instauración de regulaciones modernas que remplazaran a las que se heredaron de España, en particular el sistema de castas, que se debilitó pero se mantuvo en las entrañas de la república. Sin embargo, ese beneficio quizá también tuvo efectos perjudiciales: la carga tributaria resultó tan pequeña que el Estado fue incapaz de establecer un orden político que le permitiera monopolizar los medios de violencia. Ese Estado era, además, insuficiente para proporcionar a la población bienes públicos de infraestructura, educación e higiene que aumentaran la productividad y redujeran los costos de transporte.

La desigualdad ante la ley, que da lugar a tratamientos distintos según la posición social, corporativa o de casta, resultaba de un sistema político que conservaba derechos ancestrales de pueblos, gremios, razas, monopolios e individuos que los criollos más conservadores también buscaron preservar dentro de la república. Frente a ellos, los liberales trataron afanosamente de establecer un nuevo orden político, mediante el ensayo y el error. La población mestiza y negra obtuvo alguna representación y ciertos derechos, pues en los enfrentamientos se recurría a las masas de artesanos, indígenas o esclavos.

Más adelante, las reformas fiscales y legales buscaron promover un desarrollo económico basado en el comercio internacional que se fue asentando con gran volatilidad, aunque la minería del oro y después de la plata aportaron una cantidad mínima de exportaciones durante todo el siglo XIX, hasta que el cultivo cafetero en el occidente del país se insertó sólidamente en la economía mundial. Con la integración a la globalización, emergieron empresas y bancos que serían el germen del capitalismo que sólo se desarrollaría a un alto ritmo en el siglo XX.

En suma, el costo de la independencia fue la pérdida del orden político, y ello se reflejó en la inestabilidad de las reglas de juego que caracterizaron al siglo XIX colombiano, como resultado de la larga lucha entre liberales y conservadores. Los conflictos frecuentes alimentaron la depredación de los derechos de propiedad de quienes eran víctimas de los préstamos forzosos o de las expropiaciones ejecutadas por el mismo Estado o por individuos y grupos que aprovechaban los desórdenes para apropiarse de los activos de los ciudadanos más pudientes. Los conflictos dieron lugar a fugas de capital y al testaferrato para ocultar los bienes al Estado, bloquearon la inversión en el país y redujeron su crecimiento potencial.

Las luchas entre los partidos, a su vez, tendían a explotar con violencia pues se carecía de un escenario para resolver las disputas y para la negociación política, como el que conforman los diversos niveles de un régimen parlamentario y un sistema de justicia independiente que, entre otras cosas, garantiza elecciones justas. Al no lograr construir y perfeccionar estas instituciones, Colombia perdió el siglo XIX para su crecimiento económico.

NOTA AL PIE

1. Esta comparación es forzada porque el continente africano tuvo una pérdida sistemática de la población más joven y productiva durante dos siglos, que fue esclavizada por los portugueses, los ingleses y los franceses, algo que ayudó al poblamiento de América; de modo que sus sendas de desarrollo serían muy distintas (Dunn, 2005).




Capitulo 6

La formación de la nación



La Constitución de 1863

La constitución de los Estados Unidos de Colombia sellada en Rionegro en 1863 es primero que todo producto de la guerra, donde se expresan en forma limitada las posiciones del partido conservador, lo que eventualmente le restaría legitimidad y apoyo bipartidista a la nueva carta. 


 La deuda impaga

Las guerras de independencia y el establecimiento del nuevo orden político y económico demandaron recursos que no alcanzaron a ser cubiertos mediante el re- caudo fiscal. De manera que en 1822 y 1824 se contrataron los primeros emprés- titos con Inglaterra por un valor de 6,7 millones de libras esterlinas, dando inicio a una historia marcada por la moratoria.

Las fuerzas localistas y regionales que desató la Independencia fueron conte- nidas por las necesidades militares de los criollos. La guerra de liberación obligó a centrar todos los esfuerzos en fortalecer el ejército y con ello a centralizar el incipiente Estado. Una vez expulsados los españoles del territorio que se vendría a denominar La Gran Colombia, pero todavía con un poder realista amenazante en territorio peruano, Venezuela aprobaría su Constitución de Angostura en 1819, muy influida por Simón Bolívar que le introdujo fuertes rasgos dictatoriales.

El proceso de reforzamiento de las instituciones legadas por España se inte- rrumpió a mediados de la década del cuarenta, dando paso a un rápido proceso de

La formación de la nación

Breve Historia Económica de Colombia

reforma durante el gobierno conservador de Tomás Cipriano de Mosquera (1845- 1849) y el liberal de José Hilario López (1849-1853). Se llevó a cabo entonces una reforma liberal profunda que comprendió la abolición total de la esclavitud, la autorización a las provincias para arreglar la repartición definitiva de los res- guardos, la redención de los censos eclesiásticos y una reforma fiscal a fondo. El PIB en 1846 ha sido calculado por Adolfo Meisel en 44 millones de pesos plata, que alcanza a ser solo 23 pesos por habitante, menor que el de 1800 calculado por nosotros en 27,5 pesos. Para el mismo 1846 el cálculo nuestra es de 25 pesos plata por habitante. El crecimiento económico nos arroja el 1,2% anual, inferior al de población que fuera de 1,6% anual.

Para poder exportar tabaco se requirió que se reformara el monopolio del go- bierno sobre registro de matas, compras y ventas para permitir compras por mayo- ristas que comenzaron a exportar la hoja. Más adelante se liquidó el monopolio pú- blico a favor de 3 firmas privadas, de las cuales Montoya & Sáenz pasó a controlar el área más productiva, alrededor de Ambalema, mientras que los terratenientes ba- jados de la sabana adquirieron las tierras apropiadas en cercanías del río Magdalena, y contrataron aparceros que trabajaban en los cultivos y secamiento de la hoja.




Película y su impacto en lo económico (interpretación)


SOUL, RESUMEN DE ESTA PELICULA
Un hombre en la ciudad de Nueva York llamado Joe Gardner que aspira ser muy exitoso en el mundo del jazz, este se dedica a ser maestro de música hasta encontrar su oportunidad de brillar, pero todo el mundo le dice que ya es hora de sentar cabeza incluida su madre la cual considera que la vida de músico es una perdida de tiempo, la vida de este cambia por completo cuando un ex alumno llamado curly lo invita a tocar con una jazzista llamada Dorothea williams, nuestro protagonista asiste a una prueba el cual hace tan bien que
Lo acepta y acuerdan en tocar esa noche juntos.
Joe estando tan feliz no se fija en el camino y muere en un alcantarillado.
De ahí su alma es transportada a el gran despues, este se niega a morir y se va al gran antes un lugar que esta administrado por unos seres llamados jerry’s y estos están confirmados por los campos cuánticos del universo, estos seres se encargan de darle una personalidad a las almas y también encontrar su “chispa” por eso existen los mentores que son personas influyentes en la historia de diferentes formas, estos ayudan a las almas no nacidas a encontrar su gusto por la vida experimentando diferentes oficios o dialogando con estas, completada esta se les da un ticket para poder ir a la tierra.
El plan de Joe consiste en hacerse pasar por mentor robarle el ticket a la primer alma y volver a la vida, sin encargó a Joe se le encargó ser el mentor de el alma número 22 Una alma que lleva mucho tiempo en el gran antes porque esta se niega a nacer ya que la vida se le hace muy aburrida y no encuentra un motivo para vivirla Joe intenta hacerlo entrar en razón mostrándole sus recuerdos, pero se da cuenta que tiene una vida muy deprimente y esto le llama la atención a 22 ya que se pregunta cómo alguien que tiene una vida tan triste quiere volver a la vida, así que ambos intentan encontrar la “chispa” de 22, conseguir el ticket y así se aseguran de que Joe vuelva a la vida y 22 no nacer nunca, pero 22 no siente nada y por eso los dos viajan a la zona, un lugar entre el plano físico y espiritual a dónde todas las personas vivas llegan cuando elevan su ser haciendo lo que les gusta, en esta también existen los oscuros; personas que están obsesionadas o han Sido consumidas por la monotonía también hay unos seres llamados místicos los cuales pueden dominar perfectamente cado pueden entrar y salir de la zona en esta se encuentran con un místico llamado moonwind el cual se dedica a rescatar a los obscuros este abre un portal en el cual se lanzan los dos 22 y Joe pero el cuerpo de Joe está junto un gato de compañía, por lo que ocurre que 22 entra en el cuerpo de Joe y Joe en el cuerpo de este gato ellos tienen la misión de llegar a la casa de Joe y en el camino 22 se da cuenta de los valores de la vida y se en cuentan a moonwind pero este les puede ayudar antes de las 6 de la tarde y accidentalmente se encuentran a Dorothea en un pésimo estado de presentación.
Al llegar a el apartamento de Joe el ex alumno lo llama dándole la noticia de que Dorothea se asustó al verlo asi y han contratado a otro pianista sin embargo curly le sugiero llegar lo más temprano posible ya que podría dar la casualidad de que Dorothea lo pueda aceptar y así convencer a Dorothea, Joe se pone lo más presentable posible pero ya que 22 está en el cuerpo de Joe, y tienen la idea de cortarse el cabello pero ya que 22 está en el cuerpo de Joe y Joe en el de un gato, el cabello de Joe se arruinan y van en contrarreloj a una peluquería el cual Joe conose hace años y le cede el puesto, 22 divaga sobre el sentido de la vida y el peluquero cuenta que quería ser veterinario pero a pesar de todo es peluquero y le termina gustando pero en el camino de vuelta a casa se rompe el traje, y tienen que acudir a el único sastre que conose. Su madre y al llegar está no está contenta por la decisión de Joe pero Joe convence a su mamá y le da el traje de su papa (está nunca se dio cuenta de el coma de Joe) .
Mientras tanto en el otro mundo hay un ser que se encarga de contar las almas llamada Terry y se da cuenta que falta un alma, está la busca en la tierra ya listos estos llegan al lugar de Joe y 22 empieza a sentir su chispa pero joe se niega a esto, discuten y terminan en persecución pero está acaba en Terry encontrando los y llevándolos al gran antes.
Joe enojado por que encontró su pase de la vida vuelve a discutir con ella quitándole el pase y 22 desaparece, un Jerry antes de volver a la tierra le diste a Joe que la chispa no es lo mismo que un propósito y esta se trata de saber que estás listo para vivir Joe vuelve a la tierra y cumple su sueño pero este se siente vacío ya que el creía que al cumplir sus sueños se iba a sentir mejor este quiere rescatar a 22 estando en la zona pero 22 se volvió un oscuro Joe y moonwind la salvan de sus pensamientos internos a Joe le dan una segunda oportunidad y en esto concluye la película.